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Inauguración del trigésimo séptimo período de sesiones de la CEPAL

8 de mayo de 2018|Discurso

Discurso de apertura de Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL.

Discurso de apertura de Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, en la ceremonia de inauguración del trigésimo séptimo período de sesiones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe

8 de mayo de 2018

La Habana, Cuba

Excelentísimo señor Miguel Díaz-Canel, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba,

Querido Secretario General de las Naciones Unidas, Sr. António Guterres,

Francisco Guzmán Ortiz, Jefe de la Oficina de la Presidencia de los Estados Unidos Mexicanos,

Señoras y señores miembros del Consejo de Ministros de Cuba,

Estimadas y estimados delegados de los Estados miembros de

la CEPAL,

Estimadas autoridades nacionales, en particular a los Ministros Bruno Rodriguez y Rodrigo Malmierca y sus equipos de trabajo,

Señoras y señores miembros del Cuerpo Diplomático,

Querida Consuelo Vidal, Coordinadora Residente de las Naciones Unidas en Cuba,

Representantes de organismos internacionales y colegas del sistema de las Naciones Unidas y de la CEPAL,

Estimados representantes de las organizaciones de la sociedad civil,

Queridos ex Secretarios Ejecutivos de la CEPAL: Enrique Iglesias, Gert Rosenthal, José Antonio Ocampo y José Luis Machinea,

Amigas y amigos, quisiera en primer lugar extender a usted, Sr. Presidente Miguel Díaz-Canel, mi profundo agradecimiento ante la hospitalidad y colaboración con las que Cuba, su Gobierno y su pueblo, han acogido este trigésimo séptimo período de sesiones de la CEPAL y la conmemoración de los 70 años de nuestra institución.

Nos honra estar en Cuba junto a este pueblo noble que ha labrado su propio y original destino.

Nos compromete su presencia, conscientes de las enormes responsabilidades que tan recientemente depositara sobre usted la Asamblea del Poder Popular como nuevo Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros.

Querido António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas, su presencia me emociona profundamente, significa mucho para nuestra región de América Latina y el Caribe y es testimonio del compromiso de nuestra organización con sus Estados Miembros.

Quiero también expresar nuestra gratitud ante el apoyo, liderazgo y colaboración que el Gobierno mexicano brindó durante estos dos años en los que ejerció la presidencia de la CEPAL. Periodo en el que destacó la creación del Foro de los Países de América Latina y el Caribe sobre Desarrollo Sostenible.

Amigas y amigos, hoy seremos testigos del traspaso de México a Cuba en la presidencia de la CEPAL.

Esta circunstancia, trae a la memoria otros significativos hitos que han tenido a Cuba, México y nuestra región, como protagonistas.

Fue México el primero de los países de nuestra América que conoció en 1875, la mirada curiosa y la inteligencia inusual de José Martí que contaba entonces con solo 22 años. Allí estrenó su vocación periodística y desplegó sus cualidades literarias. De esa experiencia mexicana también se alimentó esa voz vigente de aquel a quién Fidel Castro llamaba el autor intelectual del asalto al Moncada.

Hoy vale la pena recordar alguna de sus reflexiones y cito: “El verdadero hombre (o mujer) no mira de qué lado se vive mejor, sino de qué lado está el deber”.

La CEPAL es una voz auténticamente latinoamericana y caribeña, su historia institucional se entrecruza con los vaivenes de la historia de nuestro continente. Nuestra labor ha sido brindar a los Gobiernos y pueblos de la región, desde el respeto a su autonomía soberana, el apoyo pertinente, oportuno, riguroso y comprometido para edificar un proyecto de desarrollo con horizonte claro: igualar para crecer y crecer para igualar.

El caso de nuestra cooperación con Cuba es singular como lo analizamos ayer en el día nacional. En particular, la confianza concedida a la CEPAL para acompañar y apoyar la implementación de los lineamientos de la actualización del modelo económico que puso en marcha Raúl Castro en 2011.

Este país que hoy nos acoge, y esjusto subrayarlo, ensaya caminos propios plantado cara a los  brutales costos humanos que ha supuesto, durante más de 50 años, la imposición de un bloqueo injusto. Bloqueo ha costado al pueblo cubano mas de 130,000 millones de dólares a precios corrientes y que ha dejado una huella indeleble en su estructura económica. Un 80% de la población cubana ha vivido toda su vida bajo el bloqueo.

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Sr. Presidente, este período de sesiones es la reunión intergubernamental más importante de la CEPAL. Llegamos aquí a rendir cuentas, ante ustedes, del trabajo realizado, presentaremos nuestro informe de actividades, y los países que presiden los órganos subsidiarios de estadísticas, mujer, población, ciencia y tecnología, desarrollo social, planificación, el comité de cooperación Sur-Sur y el Comité de Cooperación de El Caribe presentarán sus informes. Compartiremos los resultados de la segunda reunión del Foro de los Países de América Latina y el Caribe para el Desarrollo Sostenible, el mecanismo regional para el seguimiento de la Agenda 2030, celebrada apenas hace dos semanas en la sede de la CEPAL en Santiago con la extensa participación de los gobiernos, la sociedad civil y el sector privado.

Junto con nuestros ex Secretarios Ejecutivos, visitaremos las estaciones de la rica historia de estas siete décadas de la organización al servicio del desarrollo de los países de la región.

Revisaremos los nuevos escenarios que plantea la cooperación Sur-Sur en el contexto de una necesaria redefinición de la cooperación internacional, más aún para una región en transición como la nuestra que dentro de su heterogeneidad, es hoy calificada como de renta media.

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A partir de 2010, la CEPAL ha posicionado a la igualdad como un valor fundamental del desarrollo y como un principio ético irreductible y en sincronía con la creciente relevancia del tema en las demandas ciudadanas.

Hemos dicho que la igualdad está en el centro del desarrollo porque provee a las políticas de un fundamento último centrado en un enfoque de derechos y una vocación humanista que recoge la herencia más preciada de la modernidad. Es también una condición propicia para avanzar hacia un modelo de desarrollo centrado en el cierre de brechas estructurales y en la convergencia tecnológica que permita avanzar hacia mayores niveles de productividad con sostenibilidad económica y ambiental, de cara a las futuras generaciones.

Hoy damos un paso más con propuestas de política expresadas en el documento La ineficiencia de la desigualdad.

En él afirmamos que la desigualdad no solo es injusta sino que es ineficiente e insostenible. ¿Por qué afirmamos que la desigualdad es ineficiente? Porque genera y sustenta instituciones que no promueven la productividad ni la innovación, al premiar o castigar la pertenencia de clase, etnia, o género; y porque genera una cultura de privilegio que refuerza estas desigualdades, las incorpora a las relaciones sociales como algo aceptable y natural y las reproduce en el tiempo.

Por otro lado, la discriminación cierra oportunidades que también representan trayectorias de aprendizaje y de innovación favorables a la productividad. La discriminación de las mujeres es un ejemplo de ello, aunque no el único. El techo de vidrio que restringe el avance de muchas mujeres en sus carreras es, también, un techo a la productividad.

Hoy en nuestro continente la pobreza tiene aún rostro de mujer. Un tercio de las mujeres latinoamericanas no logra generar ingresos y son económicamente dependientes. Y cuando lo generan tienen un salario significativamente menor respecto al hombre en iguales características y años de escolaridad.

Los costos de las instituciones excluyentes son muchos. Reparemos en las enormes pérdidas de productividad potencial que devienen de la desigualdad de acceso a la educación, que ocurren en una generación y que se transmiten inter-generacionalmente. Eso es especialmente grave en el contexto de la revolución tecnológica en donde las capacidades de absorber el progreso técnico endógenamente serán imprescindibles para competir y generar empleos.

Nuestra endémica heterogeneidad estructural es la fábrica de la desigualdad que hunde sus raíces en la cultura del privilegio, y emerge justamente de la conjunción de estructuras poco diversificadas y de baja intensidad en conocimientos con instituciones poco eficientes.

Proponemos una senda para transitar de la cultura del privilegio a la cultura de la igualdad porque la cultura del privilegio naturaliza jerarquías sociales y culturales y el consiguiente acceso al capital productivo simbólico o material.

Junto con las urgentes tareas asociadas al crecimiento y a la diversificación productiva con innovación, los países de la región deben expandir sus espacios fiscales para sostener su capacidad de financiamiento de las políticas sociales para proteger a sus ciudadanos en el contexto de las profundas transformaciones del mundo del trabajo, la transición demográfica y la intensificación de las migraciones. Apostamos a un nuevo régimen de bienestar que debería fundamentarse en unas finanzas públicas que transiten desde el actual rol de manejo de crisis hacia uno que este orientado al desarrollo: sistemas tributarios progresivos y suficientes, incremento en la inversión pública y de gasto social para la universalización de bienes públicos. Precisamo, a estos efectos, de una macroeconomía para el desarrollo, que busca preservar la estabilidad real y la estabilidad financiera mediante políticas contracíclicas que protejan el papel dinamizador de la inversión pública.

Sae requiere también una decidida lucha contra la corrupción tanto en la esfera pública como privada. Urge el establecimiento de mecanismos que permitan una mayor fiscalización de parte de la ciudadanía del destino, cuantía y eficiencia del gasto público.  Si pagar impuestos es un deber, fiscalizar el gasto público es un derecho fundamental. Y por cierto, es necesario retomar los intensos debates realizados en la 3ª. Conferencia Internacional del Financiamiento para el Desarrollo que buscaban establecer reglas fiscales globales para erradicar la transnacionalización de la evasión y elusión tributarias y acabar con el esquema de privilegios fiscales globalizados .

Queridos amigos, el incremento de las tasas de inversión continúa siendo una tarea pendiente en América Latina y el Caribe. En particular, los niveles de la formación bruta de capital fijo en la región se ha situado por debajo de los niveles registrados en otras regiones del mundo desarrollado y en desarrollo. Mientras que en América Latina se han ubicado, en promedio, en torno al 20% del PIB en las dos últimas décadas, en Asia Oriental han alcanzado niveles en torno al 26% - 28% del PIB. Ya no podemos ignorarlo, La brecha en crecimiento entre estas dos regiones se encuentra estrechamente ligada a esta brecha en materia de inversión.

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Amigas y amigos, al iniciar una nueva década de vida, la CEPAL tiene plena conciencia de las complejas transformaciones que seguirán afectando a nuestra región y al mundo.

Para enfrentarlas por la vía del multilateralismo, el Secretario General, Antonio Guterres ha propuesto tres procesos de reformas que lleva adelante nuestro Secretario General: la administrativa, la del pilar de desarrollo y la reforma al sistema de Paz y Seguridad. Las tres entrecruzadas por la urgente necesidad de ser más asertivos, más efectivos y trabajar coordinadamente al servicio de los países. Se trata de estar más preparados para apoyar a los países a implementar la Agenda 2030 que constituye una inversión fundamental para anticipar y prevenir conflictos y para cerrar asimetrías globales.

Para encarar desafíos de la magnitud del cambio climático.

La CEPAL refuerza hoy su convicción y su compromiso por proponer agendas que hagan una lectura precisa, basada en evidencia y datos.

Que repare con atención en el complejo presente que encaramos.

Cierto que tenemos mejores perspectivas de crecimiento global, con mayor sincronía pero con preocupantes contingencias e incertidumbres.

Estamos alertas ante los alcances de una eventual confrontación comercial entre los principales actores económicos globales aunado al retorno de políticas más proteccionistas.

Vemos con inquietud el despliegue veloz de una revolución tecnológica frente a la cual nos cuesta mantener el ritmo mientras dibuja potenciales amenazas al futuro del trabajo.

La CEPAL ha proyectado para este año una moderada recuperación para las economías latinoamericanas y caribeñas, con un crecimiento del 2,2%. Si bien el comercio repunta levemente a un 4% con mejores precios de las materias primas, nuestra integración regional se devela aún muy insuficiente y ante el contexto global es más urgente y necesaria que nunca.

No obstante, debemos repetir una afirmación dolorosa e indignante: sin ser la más pobre, América Latina y el Caribe continúa siendo la región más desigual del mundo. Toda nuestra singular riqueza en recursos naturales y en capacidades humanas sigue sin traducirse en una vida digna para la mayoría de nuestros habitantes.

En 2017, más de 187 millones de personas aún seguían viviendo en la pobreza y 62 millones vivían en la pobreza extrema. Estas cifras son una señal de atención en torno al cumplimiento del Objetivo 1 referido a poner fin a la pobreza en todas sus formas.

Proponemos un gran impulso ambiental que propicie políticas industriales y tecnológicas que desplieguen el abanico de actividades productivas bajas en carbono como el caso de la energía renovable.

Proponemos mayor integración con industrias que nos conecten, que nos enlacen por la vía de cadenas productivas y estimulen el crecimiento.

Proponemos una nueva generación de políticas fiscales con instituciones renovadas que abran espacios para actuar en el campo social y asegurar que nadie se quede atrás.

La región debe superar un estilo de desarrollo que se expresa en ineficiencias ambientales y que está expuesta al impacto creciente del cambio climático.

No hay que buscar muy lejos la evidencia, los eventos catastróficos recientes lo exhiben con claridad. América Latina y el Caribe es especialmente sensible a los efectos del cambio climático, y a los desastres naturales y muy expuesta a la frecuencia de tormentas.

Mención especial merecen los países de El Caribe.

La magnitud histórica de los huracanes Irma y María del año pasado subrayan su alta vulnerabilidad. Aunado a su alto nivel de endeudamiento y la urgencia de encontrar vías de integración.

Los costos económicos del cambio climático en América Latina y el Caribe en 40 años, calculados de ahora al 2050, se sitúan entre el 1,5% y el 5% del PIB regional, en alguanas naciones caribeñas este calculo alcanza hasta el 10%. Sus impactos no son lineales, se presentan de forma heterogénea en las distintas regiones y períodos y afectan de manera distinta a diferentes grupos, especialmente a los ya marginalizados.

Por todo ello resulta apremiante que la agenda civilizatoria que entraña la Agenda 2030 tenga a la igualdad en el centro, con una identidad y domicilio en América Latina y el Caribe.

Que desde nuestra historia, desde nuestra rica diversidad, desde nuestras esperanzas compartidas, y desafíos comunes, le demos rostro propio, instituciones nuestras, y le imprimamos las urgencias que nuestra realidad reclama. 

La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible perfila un camino para poner en marcha una nueva generación de políticas y avanzar hacia un nuevo estilo de desarrollo que permita alcanzar un círculo virtuoso de crecimiento, igualdad y sostenibilidad para las generaciones presentes y futuras.

Señor Presidente, estimado Secretario General

Agradezco todas las muestras de afecto y reconocimiento institucional por nuestro 70 aniversario, las recibo en compañía de Enrique Iglesias, Gert Rosenthal, José Antonio Ocampo y José Luis Machinea a quienes deseo reconocer por su liderazgo y acertada conducción de la CEPAL en las últimas cuatro décadas.

A cada uno nos ha tocado enfrentar complejos momentos, pero estoy seguro que todos estaremos de acuerdo en que liderar la CEPAL ha sido el mayor honor que nos ha deparado la vida.

Desde esta singular posición, con miradas diversas pero idéntico compromiso hemos podido contribuir a fincar los cimientos de un mañana donde todos y todas podamos al fin recitar, ya no como aspiración inalcanzable sino como realidad tangible los versos del entrañable Nicolás Guillen, aquellos que decían con sabiduría y sencillez:

Tengo, vamos a ver,

que ya aprendí a leer,

a contar,

tengo que ya aprendí a escribir

y a pensar

y a reir.

Tengo que ya tengo

donde trabajar

y ganar

lo que me tengo que comer.

Tengo, vamos a ver,

tengo lo que tenía que tener.

Muchas gracias.