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Calidad del empleo aún es tema pendiente
en América Latina

Elementos como la estabilidad laboral y la duración de la jornada de trabajo son fundamentales para medir la calidad del empleo.
Foto: Governo de Minas Gerais. Wellington Pedro/Imprensa MG, Flickr

El desempleo abierto es uno de los indicadores más utilizados para analizar el estado de los mercados laborales de los países y regiones. Sin embargo, existe otro concepto fundamental que también debiera considerarse para este propósito: la “calidad del empleo”.

Esta noción se encuentra determinada en gran parte por dos factores: el entorno económico-productivo, reflejado en la productividad laboral y su heterogeneidad, y la institucionalidad laboral.

Según un reciente documento publicado por la CEPAL, La calidad del empleo en América Latina, los indicadores de calidad del empleo empeoraron en el período de crecimiento económico bajo registrado entre 1996 y 2002 y mejoraron posteriormente, gracias a la presencia de un contexto macroeconómico más favorable y algunas políticas públicas específicas.

A pesar de ciertas mejoras entre 2002 y 2007, todos los indicadores muestran todavía elevadas brechas que reflejan los enormes retos que la región enfrenta en términos de calidad de empleo y de igualdad. Existen aún importantes diferencias en la calidad de empleo entre hombres y mujeres, asalariados y no asalariados y trabajadores de zonas urbanas y rurales.

Así lo demuestran las encuestas de hogares realizadas en 18 países de la región, donde es posible obtener un panorama general de algunos indicadores principales de la calidad el empleo en América Latina. Estos son:

  • Ingresos laborales. En el período entre 1996 y 2002 el porcentaje de trabajadores con ingresos inferiores a la línea de pobreza empeoró (de 20,8% a 22,0%), mientras que entre 2002 y 2007 esta cifra tuvo una mejora de casi tres puntos porcentuales (de 22,0% a 19,1%).
  • Beneficios no salariales. En ocho países entre 2002 y 2007 aumentó de 52,2% a 55,7% el porcentaje de los asalariados que gozan de un aguinaldo. Con respecto al beneficio de las vacaciones, la proporción de asalariados con derecho a vacaciones pagadas aumentó de 32,6% a 36,3% entre 2002 y 2007.
  • Estabilidad laboral. Se refiere a dos aspectos: a la existencia de un contrato laboral escrito que estipula las obligaciones y los derechos laborales de los asalariados, y a la estabilidad de la relación laboral. En el período 2002-2007, se aprecia una mejora de 54,6% a 57,6% de la proporción de los asalariados con contrato en los seis países que disponen de datos (Bolivia, Chile, Guatemala, México, Panamá y República Dominicana). El estudio señala que aún con las mejoras recientes, persiste una alta informalidad de la relación de trabajo, con una elevada proporción de los trabajadores sin contrato y, generalmente, sin los derechos relacionados con él. En relación a la duración de la relación laboral, para 1996, 2002 y 2007 se observa un aumento de las relaciones laborales temporales (de 19,0% a 26,5%) en Argentina, Bolivia, Chile, Costa Rica, Ecuador y México.
  • Protección social. Se analizó en dos áreas: la afiliación a un sistema de pensiones y a un seguro de salud. En cuanto a la primera, entre 2002 y 2007 la proporción de asalariados contribuyentes a un sistema de pensión subió de 57,9% a 59,7%, mientras en 2007 solamente 14,5% de los otros ocupados participó en ellos. Con respecto a la afiliación de los asalariados a un seguro de salud, entre 2002 y 2007 hubo un aumento de 50,5% a 54,6%, mientras sólo un 23,3% de los no asalariados tienen acceso a este beneficio.
  • Jornada laboral. Las jornadas laborales excesivas, es decir, las de más de 48 horas semanales en promedio, han bajado significativamente entre 1996 y 2007, en los 11 países de la región que tienen datos (de casi 32% en 1996 a 27% en 2007).
  • Organización de intereses colectivos. Para los cinco países que disponen de datos para 2002 y 2007 (Bolivia, Brasil, Costa Rica, México y Perú), se observa un leve aumento de los asalariados afiliados a un sindicato (de 13,5% a 15,4%). Incluyendo a cuatro países adicionales que disponen de datos para 2007 (Colombia, Honduras, República Dominicana y Uruguay), el porcentaje sube a 16,3%.
  • Capacitación. En 2002 y 2007, en cinco países analizados (Chile, Ecuador, Guatemala, México y Nicaragua), la gran mayoría de los trabajadores no se beneficia de una capacitación regular (sólo 12,5% en 2007).

A pesar de que en años recientes muchos países de la región han hecho esfuerzos para mejorar la calidad del empleo, los avances en la mayoría de los indicadores han sido modestos.

En el documento, los autores Jurgen Weller y Claudia Roethlisberger argumentan que puede y debe existir un círculo virtuoso entre la calidad del empleo y la productividad, en el sentido que un aumento de la productividad permite mejorar la calidad del empleo y, a la vez, mejoras en la calidad del empleo incidirían positivamente en la productividad.

Esto se produce por la mayor satisfacción que siente el trabajador en un entorno laboral percibido de manera positiva, así como su interés en mantener un empleo de calidad por los costos en términos de bienestar relacionados con su pérdida. Ambas cosas estimularían los esfuerzos de los trabajadores, su compromiso con las tareas, su creatividad, entre otros aspectos.

Para establecer este círculo virtuoso se requiere una institucionalidad laboral adecuada. A este respecto, es importante que se fortalezca la negociación colectiva. Por otra parte, el contrato de trabajo aparece como un instrumento clave para fomentar la calidad, dado que muchos de los elementos de la calidad del empleo están relacionados con él.


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Los indicadores de calidad del empleo empeoraron entre 1996 y 2002 y mejoraron después, gracias a la presencia de un contexto macroeconómico más favorable y algunas políticas públicas específicas.

 
 

A pesar de que en años recientes muchos países de la región han hecho esfuerzos para mejorar la calidad del empleo, los avances en la mayoría de los indicadores han sido modestos.