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Ceremonia de conmemoración del 75⁰ aniversario de la CEPAL

24 de janeiro de 2024|Discurso

Palabras del José Manuel Salazar-Xirinachs, Secretario Ejecutivo de la CEPAL.

 

Estimado Sr. Alberto van Klaveren, Ministro de Relaciones Exteriores de Chile,

Estimada Sra. Embajadora Paula Narváez, Presidenta del Consejo Económico y Social,

Estimado Sr. Alejandro Solano, Viceministro de Relaciones Exteriores de Costa Rica,

Estimados y estimadas representantes de los países miembros del Consejo Económico y Social y de la CEPAL,

Colegas del sistema de las Naciones Unidas,

Amigas y amigos,

Me siento muy afortunado, junto con todos mis colegas de la CEPAL, de poder celebrar con ustedes el 75 aniversario de esta Comisión Económica, en el contexto de esta reunión del ECOSOC. Como saben, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe fue establecida el 25 de febrero de 1948, mediante la resolución 106 (VI) del Sexto Período de Sesiones del Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas (ECOSOC).

La idea fue de Don Hernán Santa Cruz, abogado y diplomático chileno, quien se desempeñaba en ese momento como Embajador de Chile ante las Naciones Unidas, y quien, con gran visión de futuro, presentó y negoció exitosamente un proyecto de resolución para crear una comisión económica para América Latina.

Nació así la CEPAL para colaborar con los Gobiernos latinoamericanos en el desarrollo económico de sus países, en el mejoramiento del nivel de vida de sus pueblos y en la ampliación y el fortalecimiento de las relaciones comerciales, tanto dentro como fuera de la región.

El noviembre pasado tuvimos el honor de recibir en esta sala al Secretario General, António Guterres, quien en esa ocasión resaltó la trayectoria e importancia de la CEPAL por su histórico papel de liderazgo intelectual y referente fundamental del pensamiento en materia de desarrollo, y en la articulación de políticas de desarrollo sostenible para la región.

Y quisiera dedicar ahora unos breves minutos para repasar algunos de los hitos del pensamiento de la CEPAL en estas siete décadas, que pienso que es algo oportuno y valioso de hacer en esta ocasión

En sus inicios y la década de 1950, la CEPAL promovió el desarrollo latinoamericano a través de políticas de industrialización conducidas por el Estado, como la forma más eficiente de lograr la difusión del progreso técnico en un marco de comercio entre el “centro” y la “periferia” del sistema económico mundial. La industrialización en varios países de la región fue una práctica antes de ser una política, y fue una política antes de ser una teoría. La CEPAL lo que hizo fue fortalecer la política y desarrollar la teoría. El énfasis en la industrialización, se justificaba por sus características únicas, al menos en esos años, para promover la adaptación de la tecnología y la difusión del progreso técnico, así como el aumento de la productividad y su apropiación por los países en desarrollo.

En los años sesenta, al mensaje a favor de la “industrialización” se incorporó un componente adicional: la propuesta de efectuar reformas institucionales —agrarias, fiscales y financieras, entre otras— que se consideraban indispensables para permitir la continuidad y profundización del desarrollo industrial. Pero también, en esta década, la misma CEPAL elabora algunas críticas a la Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI) tal como estaba evolucionando y enfatiza la importancia de la promoción de exportaciones industriales manufactureras. Y trabaja bastante sobre dos fenómenos: la alta inflación, y la restricción o desequilibrio externo para el desarrollo. Esta es también la década en la que la CEPAL contribuye con fuerza a la influyente “teoría de la dependencia”, que desarrollará aún más su influencia a nivel mundial en la década de los setenta.

Durante los años setenta, el pensamiento de la CEPAL avanzó en torno a dos líneas fundamentales: la naturaleza y las dificultades del crecimiento económico y el desarrollo industrial y la distribución del ingreso. Estas y otras ideas se convierten en una teorización bastante integral sobre las características y retos del capitalismo periférico, concepto que la CEPAL propuso. Se insiste también en el concepto de “insuficiencia dinámica” del capitalismo periférico para crecer y crear empleo. Además, en esta década se desarrolla más explícitamente el método histórico estructural como forma de hacer teorización a partir de la realidad con un esquema analítico explícito. Y finalmente, se hacen críticas y autocríticas que alejan a la CEPAL al menos de ciertas versiones de la teoría de la dependencia y analizan los cambios y oportunidades en lo que se llamó el capitalismo transnacional.

La profunda crisis económica y social que sufrieron la mayoría de los países de la región durante los años ochenta llevó al entonces Secretario Ejecutivo de la CEPAL, Norberto González, a denominar esos años “la década perdida". Durante esta década la CEPAL trabajó en análisis de la crisis de la deuda y formas de renegociarla, en propuestas para un ajuste macroeconómico más eficiente y menos oneroso que el observado, más capaz de promover crecimiento, así como en políticas de mitigación de los costos sociales del ajuste. También se profundizaron los análisis sobre la industrialización exportadora del Sudeste Asiático y lecciones para la industrialización de ALC.

En la década de los 90 surge el neo-estructuralismo como una corriente de pensamiento cepalino, cuyo objetivo fue modernizar el pensamiento de la CEPAL, adaptarlo a los cambios de esa década, y darle más visibilidad. En el nuevo contexto en que los países abrazaron la idea de globalización comercial y financiera, período que ahora muchos llaman de hiperglobalización, la CEPAL insistió en que la línea conductora debía ser la “transformación productiva con equidad”, velando por una transformación productiva de amplia base, con atención a los impactos negativos que la globalización podría conllevar y un enfoque de desarrollo de competitividad en un marco regionalismo abierto. Parte del foco fue cómo “reformar las reformas” de llamado Consenso de Washington de esos años.

En la primera década del siglo XXI, el neoestructuralismo se articuló alrededor de cuatro grandes áreas: macroeconomía y finanzas con un énfasis en políticas contracíclicas, comercio internacional, desarrollo social y sostenibilidad ambiental, temas que fueron abordados en varias publicaciones influyentes. Se trató de una visión heterodoxa en materia macroeconómica, desarrollista en cuanto a la asignación de recursos y la intervención del Estado, universalista en el campo social y conservacionista en materia ambiental. La CEPAL hizo un llamado a equilibrar las asimetrías de la globalización para lograr un desarrollo basado en la transformación productiva, la equidad distributiva y la protección y la cohesión social.

En la década de 2010, si bien la preocupación por la igualdad había estado históricamente presente en el pensamiento de la CEPAL, ganó centralidad en esta década, expresada y fundamentada en el conjunto de documentos conocido como “la trilogía de la igualdad”. Las ideas fuerza de la CEPAL en esta década fueron promover un desarrollo sostenible mediante un cambio estructural progresivo, un gran impulso ambiental y pactos para la igualdad sobre la base de la Agenda 2030. Los temas de igualdad de género y sociedad del cuidado recibieron también atención prioritaria.

El cambio a la década presente se vio dominada por la cascada de crisis que ha impactado a la región y al mundo a partir de la pandemia en el 2020. Estos choques han enfocado mucho nuestra atención en el análisis de los impactos de esta cascada de crisis y en el diálogo con los gobiernos y otros actores clave sobre cómo gestionar sus efectos. También nos ocupa el análisis de los cambios en la globalización, la geopolítica, la revolución tecnológica, el cambio climático y las migraciones, entre otros temas.

Desde el punto de vista de los retos del desarrollo y con mirada de mediano y largo plazo, nuestro diagnóstico actual es que la región se encuentra en una verdadera crisis del desarrollo, que se expresa en tres trampas o síndromes principales:

  1. Una trampa de bajo crecimiento: del 2014 al 2023 la región creció a solo 0,8% en promedio, esto es menos de la mitad del 2% al que creció en la década perdida de los 1980s. Nuestro mensaje o recomendación al respecto es que es urgente para los países escalar esfuerzos en materia de crecimiento y en particular en políticas de desarrollo productivo.
  1. Una trampa de alta desigualdad, agravada por seis causas raíz fundamentales: el bajo crecimiento; las deficiencias en educación y formación profesional; las desigualdades de género; el bajo dinamismo en la creación de empleo; sistemas tributarios regresivos y políticas sociales con importantes debilidades. Nuestra recomendación entonces es que es también urgente para los países tener una visión integral de estas causas raíz de la desigualdad y de la baja movilidad e inclusión sociales, y actuar de manera integral sobre todas ellas.
  1. Una trampa de baja capacidad institucional y de gobernanza compleja y débil para enfrentar la magnitud de los retos del desarrollo que enfrentamos. Hemos insistido en que no basta con diagnosticar y señalar los “qué hacer”, sino que hay que poner especial atención en los “cómos”, y estamos trabajando más sistemáticamente en cómo mejorar la gobernanza de las políticas públicas, y en cómo mejorar las capacidades TOPP de las instituciones: técnicas, operativas, políticas y prospectivas; así como en los temas del financiamiento.

En síntesis, el gran reto de los países de la región en materia de desarrollo hoy día es cómo, a partir del momento presente, avanzar para construir un futuro más productivo, inclusivo y sostenible. Justo los tres grandes objetivos y áreas de trabajo que incluimos en nuestro lema del 75 aniversario. Y cómo hacer esto bajo las nuevas condiciones de la geo-economía y la geo-política mundiales.

En esta construcción hemos identificado once grandes transformaciones del modelo de desarrollo así como una lista de sectores impulsores o dinamizadores para lograr un crecimiento más alto, sostenido, inclusivo y sostenible, así como para acelerar el avance y las transiciones hacia los ODS. Áreas que pueden ser objeto de inversión, alianzas y cooperación internacional.

Con respecto a la Agenda 2030 estamos trabajando estrechamente con todo el sistema de Naciones Unidas a nivel regional en la RCP-LAC (Regional Cooperation Platform) y a nivel nacional en apoyo a los Coordinadores Residentes y los Equipos País.

Para concluir, les aseguro que estos 75 años de historia y contribuciones de la CEPAL que he resumido, nos inspiran cada día para trabajar arduamente y estratégicamente en apoyo a los países para la construcción de un futuro más productivo, inclusivo y sostenible.

Pero sobre todo conscientes y sin olvidar un solo minuto de que nos apoyamos en el trabajo de gigantes, comenzando por el Embajador Hernán Santa Cruz, y siguiendo por Raúl Prebisch y una larga lista de líderes de las ideas y de la acción, y de equipos de funcionarios comprometidos, y compartiendo sus mismas ilusiones y convicciones, en cuanto a la transformación de nuestros modelos de desarrollo, en paz y democracia.

Muchas gracias.