OPINIÓN
Daniel Titelman, Director de la División de Financiamiento para el Desarrollo:
Países de renta media y una renovada agenda para el financiamiento del desarrollo
Foto: Lorenzo Moscia/CEPAL

Actualmente más de la mitad de los países del mundo pertenecen a la categoría de renta media y este grupo representa más del 70% de la población y 26% del producto interno bruto (PIB) mundial. La gran mayoría de los países de América Latina y el Caribe se enmarcan dentro de esta categoría de acuerdo al criterio de ingreso per cápita. De los 33 países de la región, 28 son considerados dentro de las categorías de renta media, cuatro de ingresos altos y uno de ingresos bajos.

El nivel de ingreso per cápita constituye el principal criterio utilizado para asignar los recursos financieros de cooperación para el desarrollo. La conjunción de este criterio con la decisión de concentrar los recursos de la cooperación internacional en el combate a la pobreza y en sus efectos más inmediatos ha implicado una canalización de los recursos hacia países de menores ingresos, en detrimento de los países de renta media.

En el contexto de América Latina y el Caribe esto se ha traducido en que la asistencia oficial para el desarrollo (AOD) ha ido en franco descenso desde los años 60, tanto en términos relativos al ingreso nacional bruto como en comparación con otras regiones en desarrollo. La AOD dirigida a América Latina y el Caribe pasó de representar más de 1% del ingreso nacional bruto regional en la década de 1960 a 0,4% en la década de 1990 y 0,22% en la actualidad: entre 2003 y 2010 los países de la región recibieron en conjunto poco más de 7.000 millones de dólares anuales de desembolsos netos de AOD.

Esta lógica de asignación de recursos adolece de dos grandes problemas. En primer lugar, la superación de la pobreza es a la vez causa y efecto del proceso de desarrollo, dado que se trata de un proceso multifacético que no solo supone mejorar los estándares de vida, sino que además requiere hacerse cargo de una gran variedad de brechas estructurales que limitan y entorpecen un crecimiento inclusivo capaz de abordar los problemas de pobreza y desigualdad. En segundo lugar, esta lógica da por sentado que las categorías de países de renta media baja o alta reflejan una realidad relativamente homogénea. No obstante, esta realidad se caracteriza más bien por una gran heterogeneidad en las condiciones de pobreza, inclusión social, capacidad productiva, institucional y financiera que muestran los países.

Por ello la CEPAL argumenta que no se debe asimilar de manera lineal las restricciones al desarrollo con el nivel de ingreso per cápita, sino "afinar la mirada" y evaluar las necesidades del desarrollo sobre la base de las brechas estructurales que lo limitan. En este contexto, la Comisión elaboró el documento Los países de renta media. Un nuevo enfoque basado en brechas estructurales.

En él se plantea que para revitalizar la participación de los países de América Latina y el Caribe en el sistema de cooperación internacional, y en general de los países de renta media, se requiere un enfoque alternativo al criterio de ingreso per cápita, centrado en la evaluación de las brechas estructurales que limitan el desarrollo de los países. Se plantea así un enfoque a la vez alternativo y complementario al criterio de ingreso per cápita, que implica incorporar explícitamente, en la agenda de cooperación para el desarrollo, la evaluación de necesidades y carencias que no están representadas por indicadores de ingresos sino que reflejan otro tipo de brechas.

Dentro de las brechas que cabe considerar se encuentran, entre otras, la del ingreso por habitante, la desigualdad, la pobreza, la inversión y el ahorro, la productividad y la innovación, la infraestructura, la educación, la salud, la fiscalidad, el género y el medio ambiente.

Para la CEPAL estas brechas constituyen un punto de partida para medir necesidades y evaluar dónde radican los mayores desafíos que limitan el desarrollo de los países de la región. En este marco, los países receptores de AOD deben asumir un papel activo en el establecimiento de sus objetivos de desarrollo y propiciar un diálogo político que se lleve a cabo en varios niveles (global, regional y nacional) para dar preferencia a las áreas de cooperación y las modalidades más adecuadas en cada caso, como la ayuda programática, la cooperación triangular y la ayuda para el comercio.

Por otra parte, el enfoque de brechas no desatiende el esfuerzo global puesto en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), sino que más bien sitúa a estas metas en un contexto más amplio respecto de los obstáculos que plantea el proceso de desarrollo de los países.

Finalmente, cabe recalcar la creciente importancia de los países de renta media en la economía mundial, por lo que su desarrollo tiene efectos positivos en varias áreas cruciales, como el crecimiento económico mundial, la estabilidad económica y financiera, la protección del medio ambiente y el aumento del bienestar social. Por ello la cooperación internacional debe volver a repensar la agenda del desarrollo incorporando los problemas estructurales por los que atraviesan gran parte de las llamadas economías de renta media.


 


 

 

 

 

 
 

La asistencia oficial para el desarrollo (AOD) dirigida a América Latina y el Caribe pasó de representar más de 1% del ingreso nacional bruto regional en la década de 1960 a 0,4% en la década de 1990 y 0,22% en la actualidad.

 
  El enfoque de brechas no desatiende el esfuerzo global puesto en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), sino que más bien sitúa a estas metas en un contexto más amplio respecto de los obstáculos que plantea el proceso de desarrollo de los países.