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Seminario Contribución de la CEPAL al pensamiento económico y social de América Latina y el Caribe

7 de mayo de 2018|Discurso

Palabras de Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, en el seminario realizado en el marco del Día Nacional, durante el Trigésimo séptimo período de sesiones de la Comisión.

Palabras de Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, en la inauguración del seminario Contribución de la CEPAL al pensamiento económico y social de América Latina y el Caribe

Lunes 7 de mayo de 2018

La Habana, Cuba

Rodrigo Malmierca Díaz, Ministro de Comercio Exterior y de Inversión Extranjera de Cuba,

Alejandro Gil, Viceministro Primero del Ministerio de Economía y Planificación,

René Hernández, Viceministro Primero del Ministerio de Economía y Planificación,

Maisy Bolaños, Vice-ministra del Ministerio de Finanzas y Precios,

Juana María Pantoja, Directora de la Oficina Nacional de Estadística e Información,

Autoridades cubanas,

Jefes de Delegación de los Países de América Latina y el Caribe,

Señores y Señoras miembros del Cuerpo Diplomático en Cuba,

Colegas de la CEPAL

Me acompañan también los dos Secretarios Ejecutivos Adjuntos de la CEPAL, Mario Cimoli y Raúl García-Buchaca, así como los Directores de la Sedes subregionales de la CEPAL para México, Centroamérica, Cuba y la Republica Dominicana, Hugo Beteta, y para el Caribe, Diane Quarless.

Amigas y amigos, es para mí un honor poder inaugurar este día nacional junto con el Ministro Rodrigo Malmierca que abordará temas económicos y de cooperación destacando el papel de Cuba en el escenario mundial y regional.

En particular es un honor participar en este seminario que repasa la contribución de la CEPAL al pensamiento económico y social de la región latinoamericana y caribeña y compartir algunas reflexiones, en particular sobre el recorrido histórico del quehacer de nuestra institución y Cuba. CEPAL celebra este año el setenta aniversario de su creación, y tendremos mañana una sesión especial para reflexionar sobre lo que esto representa.

A raíz del triunfo de la revolución, Cuba emprendió profundas transformaciones estructurales en su aparato productivo y social. El nuevo gobierno planteó la necesidad de una conjunción virtuosa entre la política económica y la social y apostó por fundirlas en una sola al poner en el centro el bienestar de la sociedad. No consideró el crecimiento, la inversión y la generación de empleo como fines en sí mismos sino como instrumentos esenciales para ofrecer una vida digna a la población. En esto, la revolución cubana evidenció grandes coincidencias con una idea fuerza de la Cepal.

Si bien en sus orígenes la CEPAL no se refería al tema de la igualdad reconocía en la centralidad de su análisis económico el carácter excluyente y concentrador del desarrollo latinoamericano y caribeño. Este sello de identidad llevó a la Cepal a mantener una preocupación constante respecto a los temas distributivos y de igualdad social, con un enfoque que permitía abordar la transformación productiva y la igualdad simultáneamente, algo que ha inspirado a la revolución cubana desde sus albores.

Una de las primeras acciones del gobierno revolucionario de Cuba fue solicitar apoyo al entonces Secretario General de las Naciones Unidas Dag Hammarskjöld para la gestión de un nuevo modelo de desarrollo. El Secretario Ejecutivo de la CEPAL en esos momentos, Raúl Prebisch, fue depositario del mandato e inmediatamente nombró a un grupo de funcionarios de la Comisión y de las Naciones Unidas, atendiera este requerimiento.

Hacia fines de los 50s, el trabajo de la CEPAL ya enfrentaba un entorno complejo para atender esta demanda pues los trabajos iniciales de la Comisión no tenían buena acogida en altas esferas del gobierno norteamericano. Las desavenencias resultaron en acciones dirigidas a eliminar o neutralizar la actividad de la CEPAL, intentando hacerla parte de la OEA, e incluso intentando circunscribirla a las reformas promovidas en los marcos de la Alianza para el Progreso (mecanismo que proyectó una marcada hostilidad hacia el proceso revolucionario cubano), o volverla un órgano asociado al Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas.

En tal contexto se da inicio en mayo de 1959, a los pocos meses del triunfo revolucionario, la visita de un equipo técnico de CEPAL para la asistencia a Cuba en materia de fomento económico.

Dicha misión de trabajo de Cepal contó con la ejemplar participación del joven y brillante economista mexicano Juan F. Noyola, joven intelectual comprometido con la época y la causa de los pueblos, especialmente con la revolución del pueblo cubano.

La política de hostilidad por parte del gobierno norteamericano hacia Cuba se agudiza a partir de 1960. En ese contexto, al finalizar la Misión de asistencia técnica de CEPAL, Juan F. Noyola y su colega Ricardo Rodas, integrante igualmente de la Misión de CEPAL, toman la decisión de permanecer en Cuba e integrarse plenamente como dos cubanos más a las tareas de la construcción económica en el país.

Noyola asumió funciones como Director de Programación e Inversiones, una de las áreas más sustantivas en que se estructuraba el trabajo de la Junta Central de Planificación y fue también director de la Revista de JUCEPLAN, cuya fundación promovió. Participó en la creación del Primer Plan Global de la Economía para el cuatrienio 1962-1965 y dirigió el primer grupo de trabajo que conformó la primera Ley de Precios promulgada en 1962. Su integración a la causa cubana se tradujo también en su condición de alfabetizador, cortador de caña, promotor de la creación de la Casa de las Américas y fundador y profesor de la Facultad de Economía de la Universidad de la Habana.

Los primeros planes de la Revolución planteaban una estrategia de industrialización acelerada del país, unida una rápida sustitución de importaciones. En su formulación, las ideas de los primeros planes de la revolución coincidían plenamente con las ideas iniciales de la Cepal sobre diversificación productiva, especialmente en cuanto a la necesidad de la acumulación de capital fijo para industrializar y a la necesidad de diversificar los destinos y canasta exportadora cubana. En esta etapa prevalecía la noción de que todo el crecimiento pasaba por la generación de divisas, la ampliación de escalas productivas y de ganancias en eficiencia.

La necesidad de destinar cuantiosos recursos para defender al país, la carencia de estudios integrales de la economía, el cambio profundo en las relaciones de propiedad por la revolución, el elevado nivel de dependencia externa de la economía y la implementación de un nuevo sistema de gestión económica nacional representaron obstáculos formidables para la industrialización temprana de Cuba y llevaron al país a repensar su estrategia de desarrollo. 

La inserción de Cuba en el sistema de división internacional socialista del trabajo, con el ingreso del país al Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME) en 1972 y convenios con la Unión Soviética   crearon condiciones exógenas más favorables para el desarrollo económico y social. Esto permitió impulsar la agenda social de educación, la salud pública y seguridad social, al tiempo que se recuperaba el equilibrio financiero interno y se reducía el desbalance financiero externo.  El crecimiento anual promedio de Cuba alcanzó un 9% en esa época. 

Este período evidenció gran coincidencia con otra  idea fuerza de Cepal: la de la integración y la formación de bloques para mejorar la inserción de nuestras economías en el mundo.

Es importante mencionar que a principios de los sesenta muchos gobiernos, de diversas orientaciones políticas, veían en la desigualdad de ingresos y de activos factores estructurales que limitaban el desarrollo en su sentido pleno, entendido no sólo como crecimiento económico, sino también con un contenido social. La CEPAL fue activa en apoyar diversos gobiernos de América Latina en sus esfuerzos por redefinir el estilo de desarrollo y por apoyarse en una planificación que ordenara y promoviera el cambio productivo y la distribución del ingreso. Un ejemplo de ello es la labor de Enrique Iglesias (que luego seria Secretario Ejecutivo de CEPAL) en el gobierno uruguayo en la elaboración de su Plan de Desarrollo, el Plan del CIDE. Pero la emergencia de dictaduras en la segunda mitad de los sesentas y setentas puso fin a esta primavera de reformas políticas y de ideas que podrían haber abierto un camino de paz, progreso y consolidación democrática en la región. En aquellos años, ya la CEPAL anunciaba y buscaba nuevos caminos teóricos y de política pública en que la igualdad iba de la mano a la superación de barreras al aumento de la productividad, caminos basados en la educación, el conocimiento y la diversificación productiva para superar la heterogeneidad estructural. Estos temas son los que el pensamiento y acción de la institución retomaría con mucha fuerza posteriormente, al poner la igualdad en el centro del desarrollo.

 

Ya desde los 60s y 70s Cepal criticaba la especialización exportadora en recursos naturales de América Latina. Para la Cepal, una mejor inserción internacional conlleva la diversificación de exportaciones en términos de productos y mercados, así como la incorporación de mayor conocimiento y valor agregado y una mejor posición en los mercados de destino. La Cepal argumentaba que la apertura comercial latino americana había sido insuficiente a causa de una deficiente inserción internacional determinada por ventajas competitivas estáticas derivadas de la abundancia de recursos naturales, mano de obra poco calificada o ventajas de localización. La falta de eslabonamientos productivos de las exportaciones y la poca incorporación de tecnología y conocimiento eran limitaciones estructurales a este tipo de apertura comercial. 

Esa idea tuvo mucho eco en Cuba, un país con escasos recursos naturales pero con abundantes talentos humanos calificados.

La colaboración de la CEPAL con Cuba se venía fortaleciendo; hacia los años ochenta tenía varias vertientes bien establecidas; una de ellas fue la elaboración de informes de la evolución de corto plazo de la economía; en diferentes momentos cada año la Comisión producía informes en los que se analizaba el crecimiento económico, la inversión, el empleo, la inflación, el comercio exterior e indicadores sociales que daban cuenta del progreso social en materia de ó

La creación del Frente Biológico en 1981, de los Centros Científicos, y el desarrollo de la biotecnología cubana es un caso paradigmático para toda la región. Para 1992 el Polo Científico del Oeste de la Habana comprendía más de 50 instituciones y más de 10,000 trabajadores.

De acuerdo a estudios de Ibarra y Mattar, las reformas emprendidas por las países socialistas a partir de la perestroika y la glasnost en 1986, así como el desmembramiento del CAME  significó un desplome de 35% en la actividad productiva de la isla y otro aun mayor de su comercio exterior (las importaciones se redujeron 80%) y las inversiones (el coeficiente de formación de capital respecto al producto cayó a alrededor del 5%); entre 1989 y 1993, la inflación se desbordó a niveles de tres dígitos, la moneda se devaluó de una paridad 1 a 1 con el dólar a una de 24 a 1; el déficit fiscal salió de control, y todo ello acarreó consecuencias también en el bienestar de la población .

El enorme impacto de la crisis económica que se desató en Cuba provocó transformaciones en el modelo de dirección económica. Entre 1991 y 1995 se interrumpió la aprobación de planes anuales en la Asamblea Nacional. El gobierno enfrentó la crisis con el menor costo social posible, privilegiando el empleo aunque con gran deterioro de los salarios y trabajando aceleradamente para lograr una reinserción de Cuba en las nuevas condiciones de la economía internacional. Se transitó de un modelo de planificación de balances materiales a una planificación financiera.  La doble circulación monetaria se adoptó como la medida menos lesiva ante la acelerada depreciación de la moneda nacional.  Se impulso la gestión cooperativa, se reestructuró el sistema bancario y se rediseñó el modelo de Perfeccionamiento Empresarial.

A mediados de los años noventa aparecieron señales de estabilización económica y de recuperación en los niveles de producción y del comercio, así como mejoras en los indicadores sociales. Alrededor de 1995 se produjo un acuerdo entre el gobierno de Cuba y la CEPAL para documentar el proceso económico reciente, las características de la crisis, las reformas y la recuperación que se avizoraba, después de una caída sin precedentes de la actividad económica. En ese año, volvimos a trabajar en proyecciones económicas y escenarios de mediano plazo para el desarrollo de Cuba.

Durante la V Cumbre Iberoamericana celebrada en San Carlos de Bariloche, Argentina, en octubre de 1995, el comandante Fidel Castro y el secretario ejecutivo de la CEPAL, Gert Rosenthal, acordaron que la CEPAL llevaría a cabo un estudio de largo plazo de la evolución económica de Cuba y el proceso de reformas estructurales que se venía implementando en la Isla desde principios de los noventa.

Cuba venía saliendo de una crisis de la cual se conocían sus orígenes y consecuencias, pero poco se sabía de lo que estaba haciendo el país para salir adelante. El estudio de largo plazo reunió a un grupo de funcionarios de la CEPAL y expertos cercanos a la Comisión y, al cabo de un proceso de investigación, diálogo, consultas, reuniones con autoridades del gobierno cubano, y misiones de campo en Cuba, se publicó un libro, con el apoyo financiero de la Asociación Sueca para el Desarrollo Internacional (ASDI) y del Fondo de Cultura Económica. La coordinación superior por parte del gobierno cubano estuvo a cargo de José Luis Rodríguez, Ministro de Economía y Planificación.

Este proyecto inauguró una nueva época muy rica de colaboración entre el gobierno de Cuba y la CEPAL, en la que ha prevalecido, como desde un principio, el respeto y la confianza mutuos.

Una segunda edición del libro fue publicada en el año 2000 y aborda la evolución de la economía cubana y las transformaciones ocurridas en el decenio de los noventa.

Uno de los hallazgos de la investigación sobre el desempeño de la economía y las reformas fue la necesidad de fortalecer el sistema nacional de estadísticas de Cuba, no sólo desde la perspectiva de la adopción plena del sistema de cuentas nacionales recomendado por las Naciones Unidas, sino también de fortalecer la recolección, análisis y publicación de estadísticas e indicadores económicos, sociales y de medio ambiente.

Con la colaboración de la cooperación sueca, se inició a principios de este siglo un nuevo proyecto de cooperación entre el gobierno de Cuba, a través de la Oficina Nacional de Estadísticas, y la CEPAL, en esta ocasión enfocado al perfeccionamiento del sistema de cuentas nacionales de Cuba, con la coordinación de Horacio Santamaría, ex director de la Sede subregional de la CEPAL en México.

Entre las actividades que se desarrollaron en este proyecto está la publicación del índice trimestral de la actividad económica, la actualización del año base en sus cuentas nacionales, la mejora en los procedimientos y metodologías de cálculos de índices de precios, la mejora en la producción y análisis de indicadores y su explotación para la toma de decisiones de política.

A través de este proyecto y los buenos oficios de la CEPAL, Cuba se incorporó al proyecto del Banco Mundial sobre comparaciones internaciones de precios, que pretende acercar las metodologías de cálculo de índices de precios al consumidor en una muestra grande de países, de modo de darle mayor robustez a las comparaciones de la inflación entre países. En el caso de Cuba el desafío ha sido mayúsculo, por la doble circulación monetaria y cambiaria. Este proyecto ha tenido sucesivas etapas, con ayuda del financiamiento del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo y a la fecha permanece como una de las actividades de apoyo de la CEPAL al gobierno de Cuba.

Una dimensión de la colaboración que ha rendido importantes frutos es el programa de pasantías, que consiste en recibir a funcionarios del gobierno de Cuba en las instalaciones de la CEPAL para desarrollar actividades específicas previamente acordadas.

A inicios de los años 2000, se acordó una nueva colaboración dirigida a examinar los retos del desarrollo social y la forma en que la política social los estaba enfrentando.

Esta toma forma en la publicación Política social y reformas estructurales: Cuba a principios del siglo XXI es una colaboración de la CEPAL, el PNUD-Cuba y el Instituto Nacional de Investigaciones Económicas (INIE), que documenta y examina caminos e instrumentos con lo que la política de desarrollo ha buscado mantener sus objetivos sociales. Allí se constata que los avances son meritorios, aunque los retos que permanecen son considerables, especialmente cuando se persiste en el progreso social como el objetivo central del modelo cubano en un contexto de escasez de recursos (divisas principalmente).

La CEPAL, así como el gobierno de Cuba, han coincidido en señalar en numerosas oportunidades la importancia de un enfoque integral en materia de desarrollo, es decir, un desarrollo en el que avance la economía, con progreso social y respeto al ambiente, lo que da lugar al desarrollo sostenible. En el quehacer histórico del gobierno de Cuba se constata el esfuerzo por mantener en equilibrio y armonía su desarrollo con el cuidado de la naturaleza y el ambiente. Con estos antecedentes, el gobierno cubano y la CEPAL consideraron propicio ejecutar una colaboración, a mediados de los años 2000, en torno al problema del desarrollo y el cuidado del ambiente, lo que dio lugar a un libro que reúne un conjunto de ensayos que documentan problemas y políticas en ámbitos diversos que buscan armonizar el desarrollo necesario para el bienestar cubano, sin detrimento al medio ambiente.

En ocasión del aniversario 50 del primer plan económico de Cuba, participé, en un seminario conmemorativo en el que recordó la historia del proceso de planificación de Cuba, su evolución, sus diferentes etapas y aportes teóricos y metodológicos.

El proceso de reformas y políticas derivadas de los lineamientos de los dos últimos congresos del Partido Comunista de Cuba (2011 y 2016) incluye, entre otros desafíos, elevar la productividad y la eficiencia de la economía, revertir la descapitalización crónica de la economía, ordenar el mercado monetario –cambiario) y prevenir una crisis financiera. En ese marco, actualmente se ejecutan diversas acciones de colaboración de la CEPAL con Cuba, que buscan contribuir a facilitar la implementación y el avance de aspectos críticos de las reformas y de la actualización del modelo económico de Cuba.

En ese contexto, en 2017 acordamos con el Gobierno de Cuba, emprender un proyecto en materia de fortalecimiento de cadenas productivas en Cuba, a partir de la aplicación de la metodología desarrollada por la CEPAL que ha sido aplicada ya en varios países de la región en cadenas pertenecientes a diversos sectores como la agricultura, ganadería, agroindustria, manufactura y servicios. También acordamos trabajar en las brechas estructurales del desarrollo, especialmente en materia de energía, infraestructura e inversión de cara a la elaboración del Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social 2030. Y colaboraremos para entender mejor el impacto macroeconómico de las zonas económicas especiales, así como continuar trabajando en estrecha colaboración con la ONEI en cuentas nacionales y en el sistema nacional de precios. 

Amigas y amigos, nuestra estrecha relación de colaboración con Cuba permanece hoy intacta y fecunda.

Hace diez años la CEPAL inició una senda de reflexión que puso la igualdad en el centro de la agenda del desarrollo, con propuestas para un cambio estructural progresivo. Hoy, mantenemos nuestra convicción de que América Latina y el Caribe debe continuar en la ruta hacia la igualdad. El horizonte que vemos hoy es el que compartimos con Cuba: un desarrollo sostenible con la igualdad en el centro.

Estamos convencidos de que para que esto sea posible es necesario contar con un Estado activo que evite la precarización de lo público.

En ese camino tenemos mucho que aprender de Cuba, que ha construido caminos alternativos, proyectos de sociedad en los que el ciudadano es sujeto y no solo objeto de las transformaciones que mejoran su condición; que hace de la política pública una herramienta de desarrollo colectivo y de la igualdad un propósito compartido.

No podemos dejar de mencionar nuestra preocupación ante un cuadro mundial en que las tendencias al proteccionismo y al unilateralismo se han fortalecido. Como nunca antes los temas de la pobreza, la inmigración, la guerra y la desigualdad son temas globales. El cambio climático y la amenaza que representa para las futuras generaciones es por definición un tema que no reconoce fronteras. Como nunca antes, la humanidad enfrenta la necesidad de cooperar globalmente sobre una base multilateral y de respeto mutuo.  Esta es una causa con la cual la CEPAL ha comprometido sus mejores esfuerzos.

Hoy, en La Habana, en la antesala de nuestro trigésimo séptimo período de sesiones, reafirmamos nuestro compromiso de seguir acompañando a Cuba en su propio y soberano recorrido hacia el desarrollo sostenible.

Muchas gracias.