Description
La preocupación por el sesgo o desbalance etario del bienestar y la pobreza, es decir, la sobrerrepresentación de los niños y jóvenes en la pobreza en comparación con otros grupos de edad— está estrechamente vinculada con el debate sobre el lugar que la infancia y la adolescencia ocupan para los sistemas de protección social. Es razonable esperar que si la incidencia de la pobreza por ingresos de los hogares es más alta entre los niños y adolescentes que entre el resto de la población o que otros grupos específicos esto guarde relación directa, al menos en algún punto, con la efectividad de las políticas y su capacidad para proveer bienestar a distintos subgrupos de la sociedad. En última instancia, el sesgo por edad refleja la orientación etaria de los sistemas de protección social y las opciones que los países hacen para proteger más y mejor a un subconjunto de la población frente a otros. En América Latina la preocupación por el desbalance estaba ya presente a inicios de los 2000. En aquel momento, comenzaba a plantearse que los logros económicos cosechados en la primera mitad de la década de los años 90 se traducían en una reducción importante de la proporción de personas que estaba viviendo en hogares con ingresos por debajo de la línea de pobreza pero que los resultados que describían al promedio de toda la población no daban cuenta de lo que estaba ocurriendo en distintos grupos etarios "ocultos" en ese promedio. El diagnóstico cobró relevancia y, aunque con énfasis diferentes, logró traspasar a los gobiernos y los tomadores de decisiones. Esta situación interpeló a los sistemas de protección social de algunos países y derivó en el impulso de nuevas políticas para dar respuesta a las urgencias que los datos mostraban, entre las que destacaron especialmente los programas de transferencias monetarias.