Comunicado de imprensa
Frente a la visión que aún existe en algunos ámbitos a asociar el desarrollo sostenible con lo medioambiental, Samaniego hizo una invitación a no pensar que la correcta gestión del medio ambiente implica un costo adicional, sino que más bien se convertirá en un motor de desarrollo.
“Cuando uno piensa en la fabricación de nuevos materiales, en la genética para mejora de los cultivos, como lo ha hecho Brasil, en la explotación de la enorme dotación de recursos de energía renovable que tiene la región sin explotar, estamos hablando de motores de desarrollo desperdiciados. Estamos anclándonos en la economía del siglo XX cuando hay condiciones y evidencia para pensar en la economía del siglo XXI”, explicó.
Añadió que el cambio estructural para la sostenibilidad es un concepto clave, enfatizando que “las áreas encargadas de desarrollo y las áreas económicas que orientan la inversión deberían tener mucho más presente el concepto de cambio estructural con menor impacto ambiental, más inclusivo, más benigno socialmente, más descentralizado”.
“Las restricciones en materia de capacidad de carga ambiental, contaminación de las ciudades, niveles de congestión, pérdidas de productividad en el contexto urbano siguen creciendo. El tema es preverlo y que se pueda ir ejecutando poco a poco. No es necesario hacer un ajuste abrupto, es necesario que las autoridades de las áreas económicas se abran a la discusión del desarrollo sostenible. Hay más alternativas”, manifestó.
Vivir con seguridad climática
“Pensar que no haces nada porque eres un pequeño contribuyente, es pensar que el mundo no está cambiando en esa dirección. La discusión multilateral, el IPCC, los científicos y la mirada estratégica del desarrollo está diciendo que en el siglo XXI tienes que lograr acomodarte en un espacio ambiental equivalente a 2 toneladas per cápita”, precisó el Director de la DDSAH en torno a los impactos del calentamiento global en América Latina.
Agregó que se deben favorecer “las opciones que permitan vivir dentro de ese margen de seguridad climática que se está construyendo desde las últimas décadas del siglo pasado, que continuará construyéndose a lo largo del siglo XXI y encontrar esos motores nuevos de desarrollo que permitan ir moviéndose del paradigma basado en fósiles hacia otro basado en renovables y otras prácticas, como mejor uso de suelo, ocupación del espacio, etc.”.
“Hacer las cosas del viejo modo te está exponiendo a riesgos que por su gradualidad son muy difíciles de percibir y te están exponiendo a una nueva normalidad. Eventos que tardaban en ocurrir 50 años ahora pueden ocurrir cada 10 ó 15 años y se van a perder niveles desarrollo cada vez que te expones a eso. No son una emergencia, es una falta de previsión”, planteó.
Además, habló de la necesidad de construir una nueva mentalidad dentro de las comunidades, la cual “requiere datos, investigación, difusión, intercambios culturales y mucho diálogo, porque estás alineando concepciones de desarrollo y no es automático, es una construcción social, cultural, una visión de futuro que a veces es muy abstracta. Todo el esfuerzo que se ponga en alinear mentalidades es un esfuerzo bien invertido”.
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