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La globalización económica ha generado una situación paradójica en relación con los derechos de las mujeres en América Latina y el Caribe. Hoy, se reconocen estos derechos como nunca antes; a la vez, existen crecientes desigualdades en diversos frentes y se han exacerbado algunas viejas formas de exclusión.
Así lo afirma la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en su nuevo documento sobre El desafío de la equidad de género y de los derechos humanos en los albores del siglo XXI, que será debatido durante la Octava Conferencia Regional sobre la Mujer en América Latina y el Caribe (Lima, Perú, 8 al 10 de febrero). En esta reunión, también se aprobará la ponencia que la región presentará al período extraordinario de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas o Asamblea del Milenio: "La mujer en el año 2000: igualdad de género, desarrollo y paz para el siglo XXI".
A base de los logros alcanzados desde la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer (Beijing, China, 1995), se argumenta en este documento que mientras hay una perceptible tendencia a mejorar la igualdad de oportunidades en la mayoría de los países de la región, "nunca han sido más evidentes las exclusiones que caracterizan a la aldea global". Esta situación contradictoria se examina desde tres perspectivas esenciales: la necesidad de un enfoque integrado de las políticas públicas, la equidad de género como la base de una sociedad justa y equitativa, y los derechos humanos y la paz.
El tema básico de este documento es que "la equidad de género, elemento constitutivo de la equidad social", sólo puede alcanzarse con un enfoque integrado de las políticas públicas. "Hasta ahora, ha prevalecido en la región una asociación de las políticas de género con las políticas sociales y, recién a partir de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, se comenzaron a desplegar más esfuerzos por relacionarla con las políticas macroeconómicas y de gobernabilidad sistémica".
En parte, esta toma de conciencia se debe a la globalización, que fundamentalmente ha hecho perder validez a las claves empleadas tradicionalmente para interpretar la realidad, como aquella que asumía la subordinación femenina como natural, así como su reino en el mundo privado de la familia. Pero mientras la globalización - especialmente de las finanzas y del comercio - ha creado oportunidades de desarrollo económico y social, éstas se han distribuido en forma poco equitativa, enfatiza la CEPAL.
Hay mayor heterogeneidad que antes en los mercados de trabajo. El rendimiento y la situación de las empresas grandes en comparación con las pequeñas, así como de las nacionales en contraposición a las extranjeras, se han visto seriamente afectados. Dada la modalidad de inserción de las mujeres en el mercado laboral, son sus opciones de desarrollo individual y colectivo las que se han visto más perjudicadas por los cambios. "La concentración de la riqueza y del poder, y el aumento de la pobreza absoluta ponen en peligro los adelantos logrados en materia de igualdad entre hombres y mujeres. A esto se suma el hecho de que la desigualdad entre las mismas mujeres tiende a acentuarse dramáticamente, situación que podría evitarse si se adoptan políticas apropiadas.
En este contexto, el resolver los problemas de las mujeres en el ejercicio de la ciudadanía y como miembros de la fuerza laboral es inseparable de la absoluta necesidad de humanizar la economía e integrar la política económica con lo social, desde un paradigma de desarrollo sostenible. Efectivamente, los esfuerzos realizados para mejorar las políticas de género han jugado un papel significativo en el fomento de una mayor redistribución de los recursos destinados a la inversión social y han contribuido a que el Estado se ocupe de otros grupos vulnerables.
El estudio se refiere en detalle a las innumerables formas en que los gobiernos han institucionalizado las políticas de género a través de la región, por medio de la legislación y la extendida creación oficial de oficinas nacionales de la mujer. Sin embargo, a menudo, tales organismos tienen un bajo presupuesto, fragilidad institucional, escaso reconocimiento por parte de las entidades sectoriales y los ministerios, y son altamente vulnerables ante los cambios de gobierno. Como resultado, estas oficinas tienen dificultades para traducir los planes de igualdad en firmes compromisos políticos y, en consecuencia, corren el riesgo de reproducir la tendencia que existe de tratar los temas de las mujeres como un asunto de protección paternalista de un grupo vulnerable.
La educación y el empleo son dos áreas en las cuales se hace especialmente evidente la situación contradictoria que enfrentan las mujeres. En educación, las mujeres han logrado adelantos importantes en términos de acceso y rendimiento, llegando incluso a superar a los hombres en varios países. El resultado ha sido una gran incorporación de mujeres al mercado de trabajo, logrando ocupar prácticamente la mitad de los nuevos empleos. Sin embargo, aparte de una minoría de mujeres con mayor educación que ha accedido a empleos estables y bien remunerados, no ha habido cambios en la brecha de ingresos de las mujeres cuando ellas abandonan los diferentes niveles de educación. Tampoco en su participación en la toma de decisiones en los diversos círculos de la sociedad. Todavía no se reconoce el trabajo doméstico ni las actividades reproductivas como factores de la economía nacional; en consecuencia, no tienen ningún apoyo.
Asimismo, este documento trata los temas de la seguridad social, la pobreza y las condiciones de vida de las comunidades indígenas, la tenencia de la tierra, la salud, la familia; todos a la luz de los problemas específicos que enfrentan las mujeres. Se concluye, en general, que las mujeres soportan el peso de los efectos de la brecha cada vez más amplia entre ricos y pobres, con el peligro real de que la situación se empeore, y que existe la urgente necesidad de tomar "medidas especiales para promover la igualdad de oportunidades".
Respecto a los derechos humanos en la región, la CEPAL destaca el papel pionero que han ejercido en este campo aquellos que luchan por la justicia de género, especialmente en mejorar la legislación. Ahora, el mayor desafío consiste en modificar el "marco conceptual" que existe detrás de la profundamente arraigada discriminación y aumentar el número de mujeres en cargos de responsabilidad. Entre los tópicos específicos que se han considerado están el derecho a una vida sin violencia, los derechos sexuales y reproductivos, la adolescencia, el derecho de las embarazadas a la educación y la responsabilidad masculina.
Finalmente, el documento ofrece una sección con propuestas que se debatirán en la Conferencia. Éstas se agrupan bajo dos títulos - Colocar la equidad en el centro y Hacia el ejercicio pleno de los derechos humanos -, que incluyen los siguientes temas: la necesidad de un nuevo paradigma para los derechos de las mujeres; la institucionalización del enfoque de género; reformar las reformas económicas; los derechos universales; el respeto por la diversidad cultural, y fortalecer la justicia y las instituciones encargadas de aplicar y hacer cumplir la ley.