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Taller sobre las relaciones entre China y América Latina

2 de septiembre de 2014|Discurso

Palabras de bienvenida de Antonio Prado, Secretario Ejecutivo Adjunto de la CEPAL.

Palabras de bienvenida de Antonio Prado, Secretario Ejecutivo Adjunto de la CEPAL, en el taller sobre las relaciones entre China y América Latina

Santiago de Chile, 2 de septiembre de 2014

CEPAL

Deseo, en primer lugar, dar la más cordial bienvenida a esta casa de las Naciones Unidas, a los participantes de este Taller, en particular a la profesora Tao Tao Chen, y al Ex Presidente de la república de Chile, don Eduardo Frei Ruiz Tagle, quien nos honrará con su presencia y se sumará en breve.

Reciban también nuestro saludo y agradecimiento por su participación, Ignacio Moreno, Subsecretario de Minería de Chile, Rafael Rubio, Director General de la Asociación Latinoamericana del Acero (ALACERO), Humberto Campodónico, ex Presidente de PetroPeru y Fernando Reyes Matta, Director del Centro de Estudios Latinoamericanos sobre China de la Universidad Andrés Bello y ex Embajador de Chile en China.

Agradezco también la presencia y el compromiso de las y los colegas de la CEPAL: Osvaldo Rosales, director de la División de Comercio Internacional e Integración; Mario Cimoli, Director de la División de Desarrollo Productivo y Empresarial y Miguel Pérez de la misma división; Ricardo Sánchez, Oic de la División de Recursos Naturales y a nuestro entrañable Hugo Altomonte.

Bienvenida a todos los representantes de la Academia diplomática de Chile, a los invitados externos y a los funcionarios de la casa que participaran en esta fecunda jornada.

Hace poco más de tres años, recibimos en esta casa al entonces Vice Presidente Xi Jinping. En esa oportunidad le manifestamos nuestra admiración por la capacidad que ha demostrado China para transformarse, en apenas tres décadas, en la segunda mayor economía del mundo y en su polo más dinámico.

Aquellas palabras cobran renovada vigencia. La economía mundial enfrenta tiempos de enorme incertidumbre. Mientras la mayoría de las economías industrializadas enfrenta la perspectiva de varios años de bajo crecimiento, vulnerabilidad fiscal y alto desempleo, China consolida su posición como la economía que más crece entre las principales del mundo.

Un año después, en junio 2012, recibimos la visita del entonces primer ministro Wen Jiabao, quien desde este edificio emitió una propuesta sustantiva y actualizada para fortalecer la cooperación con América Latina y el Caribe.

China se ha convertido en un socio comercial fundamental para nuestra región, y su importancia crece cada año.  La elevada demanda china de alimentos, energía, metales y minerales ha beneficiado a los países exportadores de esos productos, mejorando sus términos de intercambio y estimulando su crecimiento. 

Asimismo, en 2011 China desplazó a la Unión Europea como el segundo principal origen de las importaciones regionales.

En el debate regional, el creciente vínculo económico y comercial con China plantea oportunidades e inquietudes como se planteó durante la reciente cumbre de los BRICS que tuvo lugar en Brasil el pasado mes de julio.

Oportunidades en atracción de nuevas fuentes de inversión extranjera directa, mejoras en términos intercambio, mayores tasas de crecimiento y, por ende, recursos adicionales para invertir en educación, infraestructura e innovación, constituyen el lado de las oportunidades.

Entre las inquietudes se cuentan la reprimarización de las exportaciones hacia sectores basados en recursos naturales y de menor productividad, riesgos de desindustrialización, enfermedad holandesa, acceso a tierras e inmigración.

Por cierto, para enfrentar bien tanto oportunidades como inquietudes se requieren políticas públicas adecuadas, con visión de futuro. Ayudaría a ello mejorar el diálogo con China para conocernos mejor, despejar mitos, detectar y promover espacios de cooperación.  

Aportando a ese diálogo, pensamos que un primer desafío es mejorar la calidad de nuestras relaciones comerciales. América Latina y el Caribe exporta a China menos productos, y menos sofisticados, que los que exporta a sus otros mercados principales. Ambas partes debemos trabajar hacia una diversificación de nuestro comercio, con una óptica de beneficio mutuo.

Un segundo desafío es aumentar los flujos de inversión en ambas direcciones. La inversión china mejoraría su contribución al desarrollo de nuestra región si además de cubrir los sectores de hidrocarburos y minería, se diversifica hacia las manufacturas, los servicios, infraestructura, transporte y logística, con grados crecientes de responsabilidad social y ambiental. Este tipo de inversiones favorecerían la expansión del comercio intra-regional y la diversificación de exportaciones.

Nuestros países debieran estimular también las inversiones regionales en China, buscando incorporarse a las cadenas de valor asiáticas que se estructuran en torno a China. 

Nuestra región cuenta ya con un número importante de empresas altamente internacionalizadas, las “translatinas”, que están en condiciones de aportar a China su experiencia y conocimiento en una vasta gama de sectores.

Un tercer desafío es fortalecer la cooperación y el intercambio de experiencias y mejores prácticas en ámbitos variados de las políticas públicas.

Por ejemplo, existe un amplio espacio para promover el diálogo de alto nivel y el acercamiento de posiciones entre China y la región en temas claves de la agenda global, como el cambio  climático, la  eficiencia energética y la reforma del sistema financiero internacional, entre otros.  

Estos temas constituyen una buena base para una agenda de diálogo y cooperación entre China y América Latina y el Caribe y buena parte de ellos han sido recogidos en la nueva propuesta de cooperación China-América Latina que surgió hace dos meses en el encuentro en Brasil  entre el Presidente Xi Jinping y 14 Jefes de Estado y líderes latinoamericanos.

Para avanzar en esa agenda, nos parece urgente aunar esfuerzos nacionales y definir una agenda regional concertada de prioridades.

Este acercamiento es urgente para construir un orden económico y social más justo para los países en desarrollo, firmemente arraigado en la cooperación y la solidaridad internacionales y en el respeto a las diversas formas nacionales de encarar los desafíos de la globalización.

Estamos confiados en que este Taller pueda aportar ideas y reflexiones útiles para este propósito.

Muchas Gracias.