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Dag Hammarskjöld, una vida corta
Hace 50 años, el 18 de septiembre de 1961, Dag Hammarskjöld, entonces Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas, falleció en un accidente aéreo mientras se encontraba en una misión en el Congo. En un contexto de Guerra Fría, donde la amenaza nuclear de las dos superpotencias marcaba la bipolaridad de la comunidad internacional, Hammarskjöld murió cumpliendo activamente con sus responsabilidades como Secretario General y con sus convicciones como funcionario internacional, dejando a su partida un inmenso legado para la Organización y sus Estados miembros. Con una personalidad visionaria, pragmática y creativa, Hammarskjöld aseguraba que la labor de las Naciones Unidas debía estar reflejada y contenida en las resoluciones de sus órganos principales, pero sobre todo en el trabajo activo en el terreno. De la lucha de la ONU en favor de la descolonización durante el período de Hammarskjöld como Secretario General se consiguió una organización que pasó de alrededor de 60 Estados miembros durante su mandato a 193 en 2011. Una organización como la que él refería debía existir no para las grandes potencias, sino por el contrario, en beneficio de los países más débiles de la comunidad internacional, sobre todo para las entonces nuevas naciones independientes de África. Descrito habitualmente como un hombre inteligente, íntegro e idealista, desde el momento de la operación de Suez Hammarskjöld fue el arquitecto de las operaciones de mantenimiento de la paz como las conocemos hoy en día, y en la compleja operación que puso en marcha en el Congo identificamos los elementos de lo que hoy llamamos establecimiento y consolidación de la paz. Los cascos azules se han convertido en una de las imágenes más emblemáticas de la ONU. Actualmente, más de 100 mil elementos se encuentran desplazados en 16 operaciones multidimensionales, que además de ayudar a mantener la paz y la seguridad, también facilitan procesos políticos, protegen a civiles, ayudan al desarme, la desmovilización y la reintegración de ex combatientes; apoyan la organización de procesos electorales, protegen y promueven los derechos humanos y ayudan a restablecer el estado de derecho en lugares donde otros no pueden o no quieren ir. Dag Hammarskjöld, quien fue Secretario General de 1953 a 1961, tenía la esperanza de que la ONU, una organización con menos de dos décadas de existencia, progresara en el establecimiento de nuevas formas de relación, nuevos métodos de deliberación y nuevos procedimientos de conciliación. En pleno siglo XXI, a más de seis décadas de existencia, la Organización continúa en esa perpetua búsqueda, tanto en las reformas a sus estructuras y mandatos, como en su capacidad para adaptarse a nuevos retos, que incluyen pero no se limitan a la intervención en conflictos internos por motivos étnicos o religiosos que se habían mantenido contenidos bajo la bipolaridad de la Guerra Fría, la globalización o el desarrollo y evolución de nuevas tecnologías de la información. Para sumarse a las conmemoraciones de una vida corta, pero un legado perdurable de Dag Hammarskjöld, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en su sede en Santiago, dedicará el 24 de octubre, Día de la ONU, a celebrar su legado. Dentro de las actividades que enmarcarán el Día se ofrecerá una conferencia impartida por el especialista Ove Bring acerca del enfoque de Dag Hammarskjöld sobre las Naciones Unidas y el derecho internacional y la inauguración, en conjunto con la Embajada de Suecia en Chile y la Municipalidad de Vitacura, de un monumento en su memoria.
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