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Más de 60% de la tierra en algunos países
podría degradarse en 2100


La degradación de las tierras, o pérdida de productividad biológica y económica de los suelos, está afectando a una buena parte de la región. Ocurre lentamente y sus efectos se manifiestan por lo general en el largo plazo, pero el deterioro es irreversible o muy difícil de recuperar. A este fenómeno se asocian movimientos migratorios importantes, tanto productivos como humanos.

Entre 1982 y 2002 las áreas degradadas adicionales eran equivalentes a 16,4 % del territorio del Paraguay, 15,34% de los suelos de Perú y 14,15% de las tierras en Ecuador, según el Modelo de Evaluación Global de Degradación de los Suelos (Global Land Degradation Assessment Model, GLADA).

Si se mantiene esta tendencia hasta el año 2100 (horizonte recomendable para estudiar el impacto del cambio climático), se puede esperar que 66,3% del territorio de Paraguay, 62,0% de Perú y 57,2% de Ecuador se transformarán en áreas degradadas.

Las principales causas de esta degradación radican en la erosión por deforestación, la sobre-explotación de las tierras en la agricultura y su contaminación con productos químicos. A estos impactos humanos directos hay que sumar que hacia el año 2100 el cambio climático reducirá el PIB agrícola, con alta probabilidad, en 28,0%, 9,6% y 18,0% en Paraguay, Perú y Ecuador, respectivamente.

  Áreas degradadas en 2050 y 2100 (%)
 

País

2050

2100

Bolivia

11,2

22,2

Chile

20,8

41,2

Ecuador

28,9

57,2

Paraguay

33,5

66,3

Perú

31,3

62,0

  Pérdidas en el PIB Agrícola, esc. A2 IPCC1
 

País

2020

         2050

2100

Participación del PIB agrícola en el PIB total 2008

Bolivia

17,8

18,5

19,9

12,1

Chile

3,5

7,2

7,3

5,4

Ecuador

8,0

16,3

18,0

10,5

Paraguay

8,0

16,1

28,0

22,1

Perú

5,5

7,1

9,6

6,7

1 Un escenario desfavorable. Ver el 4º Reporte del Pánel Intergubernamental de Cambio Climático.

La destrucción de la cubierta vegetal y, en especial, la deforestación por la explotación maderera y agrícola, emiten gases de efecto invernadero (GEI). Junto con el sector de energía, el cambio en el uso del suelo está entre las principales fuentes emisoras en América Latina y el Caribe.

El aumento de las temperaturas y los cambios en las precipitaciones producidos por el aumento de las emisiones de GEI afectan la productividad y los procesos de degradación de las tierras, por ejemplo al aumentar la aridez y el número de meses secos (relación entre precipitaciones y evapotranspiración), la concentración de las precipitaciones en el año y su agresividad. El suelo va quedando expuesto a la erosión del viento y del agua, entre otros factores.

Las estimaciones del proyecto regional “Valorización económica de la degradación de las tierras ante escenarios alternativos de cambio climático” de la CEPAL y el Mecanismo Mundial de la Convención de la ONU de Lucha contra la Desertificación muestran un aumento de las temperaturas con reducción o incremento de las precipitaciones ya existentes, tendencias que se profundizarán hacia fines de siglo, especialmente en las nuevas áreas agrícolas , debido a la deforestación, la ganaderización y la apertura de nuevas tierras a cultivos de exportación de alta rentabilidad.

Los estudios de vulnerabilidad a la degradación por el cambio climático que se están realizando en la región (Estudios Regionales de la Economía del Cambio Climático, RECCs) muestran las áreas más afectadas. Se destacan las zonas de frontera agrícola en sistemas ecológicos de alta fragilidad como las selvas de las vertientes amazónicas de Colombia, Ecuador y Perú, donde la deforestación, la agricultura, la ganadería y la minería aurífera informal provocan severos procesos de degradación.

En Ecuador el cambio climático afectará marginalmente las áreas degradadas en la primera mitad del siglo XXI, pues sólo 6,69% de ellas se verá expuesta a una mayor agresividad de las precipitaciones en 2050, y 19,27% sufrirá mayor presión por meses secos.

En contraste, 8,42% de las tierras degradadas verá disminuida su aridez, pero esto no quiere decir que la degradación se mantendrá estable en Ecuador. Significa que en la primera mitad del siglo el proceso y la tendencia se deberán a las actividades humanas como principal causa. Sin embargo, en la segunda mitad del siglo se espera que se sumen la degradación directa y la provocada por el cambio climático.

Hacia fines de siglo en Paraguay aumentarán las temperaturas y las precipitaciones, incluso en la región del Chaco, y su fuerte estacionalidad agravará la vulnerabilidad a la erosión y la degradación. 

En el norte del Perú disminuirá la aridez debido al aumento de las precipitaciones, pero igual que en el caso anterior, su marcada estacionalidad y concentración en pocos meses incrementará la vulnerabilidad a la degradación.

En Chile, entre 2008 y 2050 se expandirán las áreas hiperáridas, áridas y semiáridas debido al aumento de las temperaturas y la disminución de las precipitaciones, con lo cual aumentará la vulnerabilidad de buena parte del territorio. Como resultado, la principal zona de cultivos se desplazará hacia el sur del país, lo cual implicará nuevas inversiones, en riego por ejemplo, para las actuales áreas de cultivo y para hacer viable la producción en las nuevas áreas.

En los mapas de Perú y Bolivia se aprecia que entre 2008 y 2100 aumentará el número de meses secos al tiempo que disminuirá la aridez por aumento de las precipitaciones. Sin embargo, se incrementará la vulnerabilidad de las tierras a la degradación porque las lluvias se concentrarán en menos tiempo.

Un adecuado proceso de adaptación a estos impactos requiere de un horizonte de análisis superior a los 50 años a fin de que se muestren de manera más clara las consecuencias económicas del cambio climático. La localización de los impactos también es crucial, lo que requiere de un gran esfuerzo científico para detallar la información climática, difundir los análisis y reconsiderar las políticas de planificación de largo plazo.

Para mayor información consulte la biblioteca electrónica de cambio climático disponible en la página de la División de Desarrollo Sostenible y Asentamientos Humanos de la CEPAL.

*por la División de Desarrollo Sostenible y Asentamientos Humanos de la CEPAL


 

 


 

 

 

 
  Para el año 2010, 66,3% del territorio de Paraguay, 62,0% de Perú y 57,2% de Ecuador se podrían transformar en áreas degradadas.
 
  El aumento de las temperaturas y los cambios en las precipitaciones producidos por el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero intensificarán la degradación.